A pocos meses de su apertura, este gastrobar tiene el potencial para convertirse en uno de los buenos spot de Santiago gracias a un concepto amazónico muy bien ejecutado.

Es indudable que en las últimas décadas la gastronomía nacional ha vivido una verdadera revolución, una que ha sido plasmada en rankings internacionales de múltiples formatos y – por sobre todo – por un público cada vez más ansiosos de probar nuevas experiencias gastronómicas.

En este camino, parecía que la noche se había quedado atrás; antes de la pandemia no era raro que los lugares preferidos por el público más noctámbulo fueran algunos restaurantes en desmedro de los bares.

Pero eso ya ha cambiado. Durante los últimos años hemos visto cómo aparecen cada vez más bares temáticos gran nivel, espacio que unen de buena forma ambiente, onda, coctelería y cocina, y uno de ellos es Ceiba.

Ubicado en la Dehesa, en el rooftop de un strip center que durante años estuvo dominado por el extinto Medanoso, este es un espacio que pretende que al momento mismo de entrar, uno se sienta transportado a un espacio con el cual se olvide completamente la ciudad, y vaya si lo logra.

Un salón a media luz con una clara temática selvática dan la bienvenida a unos clientes que el día de nuestra visita (martes por la tarde), lo tenían completamente reservado.

Su carta de cocina es tremendamente ecléctica, y va desde algunas recetas clásicas presentes en casi todo espacio nocturno hasta algunos platos de raíz amazónica, todos con una impronta de autor bastante única.

Nuestro primer plato fue un Tártaro de Ciervo, carne a cuchillo, sazonada con yema pasteurizada, aceite de ají y encurtido de pepino, finalizado con crocante de cebolla y una delgada galleta con polvo de perejil, todo además pasado por un ahumado en roble. El resultado es un plato de sabores macizos, donde primero se siente el humo que rápidamente da paso a una carne potente, protagónica, que dista del sabor más suave del vacuno y que juega de buena manera con las texturas que lo terminan. Un plato que gana en personalidad y que llama a acompañarlo con algunos de sus creativos cócteles.

Seguimos con los Langostinos de Ajo Negro, crustáceos apanados y envueltos en alioli de ajo negro, receta sabrosa, pero donde la potencia de la salsa dejaba completamente de lado el sabor de este primo del camarón. Un plato sabroso, más aún si se come con las arepitas y se le agrega el pico de gallo que lo acompaña, pero donde se pierde el sabor de la proteína.

Un informado garzón nos sugirió que probáramos el Pan de Queso, e incluso aseguró que era de los mejores de la plaza. No estaba equivocado, pues la versión Ceiba de este clásico carioca está realmente notable, unas bolitas que llegan tibias a la mesa, con una capa crocante y un interior casi cremoso, sin espacios crudos, donde la masa se funde de buena manera con un suave y sabroso queso.

Seguimos con La Pesca, en este caso un filete de corvina asado al carbón en hojas de plátano que llegó al punto justo, muy sabroso, y con un elegante toque ahumado. El acompañamiento, un puré de plátano, jengibre y salsa de moqueca, se sintió derechamente dulce, casi un postre que no aportó mucho al balance del plato.

El último plato pedido de una de las notas altas de esta visita, el Cerdo Guayaba, costillar cocinado por seis horas, cuya carne luego se desmecha y prensa. El resultado es un compacto bloque servido con una demi glace que ayuda a levantar su ya potente sabor, que además toma notas dulces gracias a una balanceada salsa barbecue de guayaba.

Un tremendo plato que además viene acompañado por sabrosos patacones en formato mini tacos, ideales para hacer un snack al que añadirle el ají fermentado y la piña encurtida que lo acompañan. Este es una muestra de cocina sabrosa, creativa y diferente, con un elegante agridulce muy bien trabajado. Un plato único dentro del panorama gastronómico actual.

En cuanto a líquidos, está claro que la barra es la protagonista, con cócteles creativos y bien presentados, como es el caso de El Búho, una refrescante y equilibrada mezcla de Old Bastard Vhiskey, hidromiel de avellana, mix de maracuyá y zumo de limón, más un top de agua tónica flor de sauco.

A su coctelería de autor, se suman notables reinvenciones de algunos clásicos. Tal es el caso de Un té en la Selva, el cual combina Jameson, Frangelico, zumo de limón y jugo de jengibre, dando forma a un cóctel de muchos matices, los que bailan entre lo dulce, lo floral y lo cítrico, y que remata al final con el picor del jengibre. Otro, Mi Negroni de Humo, es una robusta y ahumada reversión del Negroni, aquí elaborada a base de mezcal, Campari macerado en menta y arándano, vermú rosso y humo de piel de naranjas deshidratas.

Fuimos advertidos que la carta de vinos está en proceso de cambio, y eso podría justificar que sea el eslabón más débil de esta sabrosa cadena, con cepas tradicionales de viñas similares.

Está sabroso Ceiba, una de las buenas aperturas de los últimos meses. Su propuesta no sólo es diferente, si no que está muy bien ejecutada, con un concepto que dialoga de buena forma entre el ambiente, la cocina y la barra, y es por eso que se entiende que incluso los días de semana se tenga que reservar para poder encontrar mesa.

Ceiba Rooftop Bar
Av. José Alcalde Délano 10425, 3er Piso, Lo Barnechea.
@ceibastgo

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